Aquí me tienes, lector, presentándote mis escritos.
Son los escritos profanos de mi vida. Los escribí entre 1994 y 1997. Sólo ahora los presento a ti.
Mi vida está involucrada en ellos.
Búscame, tal vez me encuentres. Lo que no es muy seguro es que te encuentres a ti. Son mi vida, no la tuya.
En los días de tristeza, cuando creía que nada tenía valor, en esos días, tomaba la pluma, y escribía. Llenaba mi existencia de escritos sin sentido.
En los días de rabia, cuando la cólera carcomía mi corazón, apelé a la escritura, en un intento desesperado por salvarme y hallar algo distinto a la muerte.
En esos días, comprendí que la muerte tenía un sentido, y me aferré a él. Me aferré al sentido de la muerte, y caí en el sin sentido de la vida.
En esos días, traté de comprender la vida y la muerte como un uno... no sé si lo logré.
Me hubiese gustado encontrarme a mí mismo. Hasta ahora, creo que no ha sido posible.
Lo que a continuación transcribo, a excepción del último poema, lo escribí bajo el seudónimo de Algëmiroj Di Loschvertín. Seudónimo que permanece vivo en mí.
Al final, quise agregar un poema, escrito en los años dorados de colegio. Lo escribimos Robinson Triana y yo; aparece bajo el seudónimo de él: Phoenix.
Es Phoenix, una de las personas más importantes de mi vida, es el amigo incondicional que lucha por mí, y por mi vida perdida.
A él, a Robinson, mi saludo ante humus, porque después no habrá otra oportunidad.
Son los escritos profanos de mi vida. Los escribí entre 1994 y 1997. Sólo ahora los presento a ti.
Mi vida está involucrada en ellos.
Búscame, tal vez me encuentres. Lo que no es muy seguro es que te encuentres a ti. Son mi vida, no la tuya.
En los días de tristeza, cuando creía que nada tenía valor, en esos días, tomaba la pluma, y escribía. Llenaba mi existencia de escritos sin sentido.
En los días de rabia, cuando la cólera carcomía mi corazón, apelé a la escritura, en un intento desesperado por salvarme y hallar algo distinto a la muerte.
En esos días, comprendí que la muerte tenía un sentido, y me aferré a él. Me aferré al sentido de la muerte, y caí en el sin sentido de la vida.
En esos días, traté de comprender la vida y la muerte como un uno... no sé si lo logré.
Me hubiese gustado encontrarme a mí mismo. Hasta ahora, creo que no ha sido posible.
Lo que a continuación transcribo, a excepción del último poema, lo escribí bajo el seudónimo de Algëmiroj Di Loschvertín. Seudónimo que permanece vivo en mí.
Al final, quise agregar un poema, escrito en los años dorados de colegio. Lo escribimos Robinson Triana y yo; aparece bajo el seudónimo de él: Phoenix.
Es Phoenix, una de las personas más importantes de mi vida, es el amigo incondicional que lucha por mí, y por mi vida perdida.
A él, a Robinson, mi saludo ante humus, porque después no habrá otra oportunidad.
Cuando recogí estos poemas, hacia 1999, me pareció bien escribir este prólogo... Hoy, al releer, es como revisar una carta que nunca he enviado... aquella carta que se quedó para siempre en una gaveta, pero que clama por salir, por respirar y ver nuevos horizontes... como si tal cosa pudiese hacer una carta... En todo caso, es parte de mi homenaje a tí, que sé me estás leyendo... un homenaje hoy... porque el mañana es esperanza, pero no realidad... un regalo, que aún no hemos recibido...
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